Cuando nuestra empresa toma la decisión de salir al exterior, en la mayoría de casos, detrás, hay la necesidad de crecer, de generar facturación y hacernos más visibles.
Y entonces nuestra atención se centra en los números, en cerrar un presupuesto, en preparar la logística, el personal necesario, etc.
Y con todo ello nos olvidamos de una parte fundamental:
La cultura y el capital humano del país en el que queremos aterrizar.
Y así muchas veces cubrimos una necesidad nuestra sin ver al otro, si tenerlo en cuenta.
Cual es el “código de lo humano” en el país donde queremos exportar?
Cuales son las costumbres?
Que tipo de comida tienen?
Cuál es su sistema de gobierno?
Cuál es la principal fuente de ingresos del país?
Porqué hago énfasis en todo esto?
Las ventajas son principalmente dos:
Por un lado el otro se siente visto, reconocido, respetado.
Es ahí donde ganamos respeto, riqueza, confianza y donde lo material y lo humano/emocional van de la mano.
Solo entonces tenemos una colaboración en “modo” Win-Win.
Por el otro, ampliamos la mirada, nos enriquecemos con ese conocimiento nuevo y también nos divertimos experimentando.
Por todo ello, no vale la pena pues que en nuestro análisis de que necesito para exportar, incluyamos también lo humano?
Al fin y al cabo las empresas están formadas por personas, ellas son el verdadero motor de una organización.
Si tejemos una buena relación humana, tenemos un buen producto y una buena organización, el éxito de la aventura está garantizado.
Es también necesario antes de exportar, contactar con la necesidad real de nuestra organización para abordar la exportación desde esa necesidad, y así no mirar al otro, en este caso el mercado nuevo que queremos abordar, por encima.
Veo fundamental que toda la organización esté informada y sea consciente de los pasos necesarios a dar y se prepare para dar el salto, de este modo tendremos a una organización implicada en el proceso de exportar.
Lo desconocido nos da miedo y nos provoca rechazo muchas veces y por ello, tendemos a “criticar” a las otras culturas y a poner a la nuestra por encima, negándonos de este modo a abrirnos a algo nuevo y a aprender de la aventura apasionante de exportar.
«Las empresas están formadas por personas,
ellas son el verdadero motor de una organización»